Ansiedad….de tenerte en mis brazos………..así sonaba la conocida canción de Nat king Cole por los años 60, ansiedad entendida como ese estado de la persona, donde se mezcla la adrenalina, la inquietud por obtener lo deseado, el miedo por la posibilidad de no obtenerlo, la sensación de opresión en el pecho como consecuencia del dolor producido por ese amor que no llega, la melancolía, la nostalgia………el temor a perderla para siempre.
El enamorado conoce bien estos síntomas, que no se diferencian tanto de la ansiedad entendida como ese mal que azota de forma imprevista, justo cuando la persona estaba en su mejor momento, cuando sus problemas ya se habían resuelto o eso parecía. ¿Por qué ahora me preguntan?. Aunque no siempre es así. También ataca cuando uno necesita de toda su energía para afrontar lo que la vida le depara, justo entonces y ¿ por qué ahora?.
La ansiedad es una respuesta que se desata en el ser humano como un mecanismo adaptativo, para protegernos de los peligros en la naturaleza, en pro de nuestra supervivencia. Este mecanismo está instaurado en nuestro acervo genético con este fin, la supervivencia de nuestra especie.
Entonces, ¿ por qué sentimos ansiedad ante una dificultad o situación de estrés?. Pues bien, es la interpretación que hacemos de la realidad la que nos lleva a considerar peligrosas o amenazantes situaciones que en realidad no lo son, o al menos no suponen una amenaza para nuestra supervivencia, ni mucho menos la de la especie.
Ante determinada situación más o menos compleja nuestro cerebro hace una valoración, ante esta valoración de la situación, nuestro cerebro generará unas determinadas emociones, en función de lo positiva o negativamente que hayamos valorado la situación así serán nuestras emociones.
Las personas con baja autoestima, escasa tolerancia a la frustración o inseguras tienden a hacer valoraciones negativas de sus situaciones vitales. Focalizan su atención en los aspectos negativos que pasarán a ser percibidos como peligrosos, por lo que se desatarán emociones negativas como miedo, pánico, rabia, frustración….ocasionando sintomatología así mismo negativa que pasará a ser el centro de sus preocupaciones no pudiendo resolver la situación que desató el cuadro. Por lo tanto habrá que trabajar sobre la percepción de la realidad que tiene, sus esquemas preconcebidos, prejuicios…etc.
Nuestra sociedad padece un verdadero mal, la escasa tolerancia a la frustración. Una sociedad que obtiene todo al momento, donde no se espera a nada. El enamorado de la canción espera a su amada sin saber si podrá estar con ella. Entonces esperaban las cartas con anhelo, lo que les daba tiempo de disfrutar del momento, de los días, de los meses. Sobre todo tenían tiempo para sentir. Hoy en día, ya ni siquiera se espera a llegar a casa para abrir el correo electrónico, por que los mensajes llegan al móvil al instante e incluso en red. ¿Cómo aprenderán nuestros jóvenes a esperar, si no saben lo que es?, y si no saben esperar no anhelaran, no desearán con suficiente ansiedad, esta vez ansiedad sana, no se motivarán lo suficiente, por lo que es difícil que aprendan a establecer objetivos sanos que perseguir.
Regalé a una niña una muñeca, y a los días esta me dijo: “cuando me regalaste la muñeca me sentí feliz, ahora que ya tengo cinco he perdido la ilusión”. Esto me hizo pensar que el ser humano afortunadamente está bastante bien diseñado, y no solo desarrolla mecanismos que le hacen daño, también tiene la capacidad de darse cuenta de qué cosas son las que necesita para sentirse bien y cuales le sobran, incluso le perjudican.
Nuestra responsabilidad es enseñar a nuestros jóvenes a marcarse objetivos por los que luchar y aprender a sentir la satisfacción de haberlos conseguido, sabiendo que lo consiguieron gracias a su esfuerzo y por que supieron esperar el tiempo que sus objetivos necesitaban para ser logrados.
La educación de la sociedad en general, del grupo como tal, en valores sanos, donde los límites estén bien puestos, es sinónimo de prevención.
El resultado será una sociedad más preparada para la vida
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