Estas son las razones que muchas veces sirven de justificación para mantenerse al lado del hombre que las malquiere y en ocasiones las maltrata.
A partir de esta premisa surge todo un entramado que como si de una tela de araña se tratara, la enredará no dejándola escapar, quedando atrapada en su propia trampa: su miedo, su soledad.
Miedo a no saber si será capaz de sobrevivir fuera de la tela de araña, pues no lo ha hecho nunca y alguien ha podido influir en la creencia que sin él ella no es nada con frases como “ yo te he dado todo lo que eres”, o “ tú sola no eres nadie”, “ si me dejas te quitaré lo que más quieres”…..
Sola. Aparece la inseguridad de quien poco a poco ha ido delegando sus decisiones en el otro. Esto puede suceder cuando ella nunca se ha sentido segura de su propio criterio, se ha fiado más de la opinión de los demás y no ha defendido la suya, porque no creía lo suficiente en sí misma o no se ha visto a lo largo de la vida lo suficientemente reforzada. Su autoestima no se ha nutrido con sus propias satisfacciones y orgullo personal, muy al contrario, se ha ido minando poco a poco con cada comentario desagradable, humillante…
Cuando se llega a este punto, la justificación de los insultos, los reproches, las exigencias, los gritos, los golpes………se va instalando como parte de la vida de ella, algo que ella apenas cuestiona, ya que centra sus energías en estar a la altura de él, en no defraudarle, en definitiva en no darle motivos para un nuevo episodio violento.
No contempla la separación como algo posible, tiene hijos, no trabaja, depende económicamente de él, tienen una hipoteca, él tampoco podría hacerse cargo de un divorcio. Además está la familia, el qué dirán, los niños, pero sobre todo está la culpa, la gran protagonista: quizá si ella lo hiciera mejor, si fuera más cariñosa, si pudiera hacer que los niños no molestasen….si él no estuviera tan cansado, tan nervioso………..y así pasará de la justificación, a la culpa, a la infravaloración como si estuviera en un laberinto sin salida. Por lo que en poco tiempo dejará de cuestionar si podría estar sola, si sería posible encontrar un trabajo, ayuda psicológica, si la familia lo entendería………no sabe qué pesa más en su balanza.
Este es el verdadero drama, la verdadera soledad y la verdadera trampa.
¿Cómo salir de esta situación entonces?
Es esencial tomar conciencia del problema, reconocer que existe y que se necesita ayuda. Muchas veces es difícil pedir ayuda porque implica desvelar la vida íntima, aquello que se ha querido ocultar. Cuando no se está segura de en quién confiar, su médico de cabecera siempre está ahí, dispuesto a ayudar, informar y derivar al profesional correspondiente. El número de teléfono del ministerio de sanidad de atención a víctimas de maltrato está siempre disponible y no deja rastro en las facturas telefónicas 016.
Las asistentas sociales de los ayuntamientos también se ocupan de detectar este tipo de casos y orientarles. Ellas, a través de los ayuntamientos, gestionan los programas de violencia de género, donde se ofrece apoyo psicológico, grupos de apoyo, orientación jurídica…
La valoración de la persona, el respeto hacia una misma o aprender a quererse son aspectos de vital importancia que habrán de ser trabajados en profundidad.
Quiérete, valórate, respétate.
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